Algunas posturas respecto a
la prostitución abogan por su regulación y normalización, por conferir a esta
actividad las características y el tratamiento de una profesión como otra cualquiera. En algunos países europeos, algunos de los más avanzados del mundo en
materia social, se han intentando procesos de regularización que no han alcanzado el objetivo deseado.
En el caso de Holanda, la
prostitución no estaba legalizada ni prohibida, era tolerada como un mal
necesario y más tarde como un fenómeno social. En las grandes ciudades se fue
instalando un sistema de regulación informal que tenía como fin proteger y
controlar el orden público como contrarrestar los excesos (excesos de
violencia, humillación, sadismo, etc.). La expansión de la industria en los
años 70, creo la necesidad de instrumentos aptos para la regulación de la
prostitución, además su internalización requiere de una legislación más
rigurosa frente al tráfico de mujeres
En 1.997 se levantó la
prohibición general de establecer burdeles. Esta ley incluyó diferentes
artículos en relación a la explotación de la prostitución, el proxenetismo y el
comercio de mujeres.
Fines que tenía la ley:
diferenciar entre la prostitución voluntaria e involuntaria y la legalización
de la gestión económica para conducir a la normalización de la situación, mayor
transparencia y a una despenalización de la prostitución. La ley supuso el
levantamiento de la prohibición de burdeles a nivel nacional pero no implicó
una ley nacional sobre la prostitución, pues ésta quedó gestionada mediante una
política de licencias administrativas otorgadas a nivel de las comunas.
Los derechos de las
prostitutas extranjeras quedaron lejos de clarificarse. Según los datos estimados,
hasta un 90% de las prostitutas eran extranjeras. Actualmente, las prostitutas
extranjeras no pueden obtener un permiso de residencia basado en su trabajo
mientras que estén empleadas en la prostitución; sólo pueden establecerse como
autónomas siempre que puedan procurar su propio sustento y cumplan los requisitos
que establece la ley nacional sobre la empresa privada. El Estado parece querer
excluir a mujeres no holandesas de reglas aplicables al trabajo en todos
lugares.
En relación a la protección
legal del trabajo y, en vista de la ausencia de una legislación nacional, es la
relación prostituta-gerente, la que determinará la calidad de los derechos
laborales. El Estado aumentó sus medios de control del ejercicio de la
prostitución, los gerentes –y no las prostitutas- fueron los que se beneficiaron de los
cambios. Esto no es una política de emancipación hacia las prostitutas. La
realidad, años después, no responde a las expectativas, pues se dieron de
alta en Hacienda 921 prostitutas, cuando se estimaba que la cifra real rondaba
las 30.000.
En resumen, contrariamente a
lo deseado, la legalización no logra “normalizar” la actividad y ha resultado
un fracaso. Ésta es la conclusión publicada por el Centro de Investigación y
Documentación encargado de hacer un balance a los dos años de la abolición de
la ley que prohibía la prostitución. Para ello han sido entrevistadas varios
cientos de personas entre prostitutas, dueños de establecimientos del ramo y
policías. Ni las condiciones laborales y sanitarias de las prostitutas han
mejorado ni ha desaparecido el circuito clandestino; es más, el grueso
legalizado sirve para encubrir la gran masa de mujeres traficadas y ha
favorecido la explotación sexual de niños y niñas.
El intento holandés, que se
caracteriza por permitir que los establecimientos del sexo sean negocios
normales y la profesión se equipare a otras, no ha dado resultado. Podemos por tanto concluir
que está comprobado que, cuando costumbres irregulares se toleran o incluso se
protegen, se crean las condiciones ideales para que crezcan. Pues no sólo
ocurre con los Países Bajos, la corriente a favor de la legalización de la
prostitución, que ya se ha plasmado en algunos países, muestra con facilidad
que el número de personas que se prostituyen ha aumentado, al igual que en
Alemania y Australia, sin haber demostrado mejoría en sus condiciones de vida.
Lapuente Nieto, Antonio 3º A
Bueno, pues si como dices la ley holandesa no permitía que se regularizase el grueso de las prostitutas (que eran extranjeras) entonces parece que el objetivo no era normalizar la prostitución. Existen una serie de autoras como la antropóloga Laura Agustín, la ex prostituta y activista Mariska Majoor o la prostituta en activo Felicia Anna que han criticado mucho esta legislación porque no tenía en cuenta los intereses, necesidades y demandas de las prostitutas. Es más, la profesora de derecho penal de la Universidad de Utrech Dina Siegel la ataca duramente porque, según ella, bajo la apriencia de ser un modelo progresista y avanzado la intención real de los políticos era en realidad controlar y reducir la prostitución como por cierto han declarado los dos últimos alcaldes de Amsterdam.
ResponderEliminarEntre quienes apuestan por la regulación de la prostitución el modelo de referencia es el neozelandés, que se tiene por muy exitoso (a pesar de sus fallas, como la criminalización de la prostitución callejera). Si no lo conoces, te animo a que indagues sobre el mismo.