La cárcel como
institución surgió de la necesidad de anular el crimen utilizando el castigo,
en la historia que precede a la creación de las prisiones nos encontramos con
penas por delinquir como: la ley del talión, mutilaciones, crucifixión,
torturas, y demás maltratos a la vida y a la dignidad humana. Las sociedades
han ido cambiando con el tiempo, las formas de aplicar el castigo y lo que se
consideraba delito o no, han ido evolucionando.
Al principio,
la cárcel era un lugar al que enviaban a los presos como forma de custodia para
que no huyeran antes de habérseles juzgado, era un lugar para confinar a las
personas. La pena privativa de libertad, es un invento más moderno que nace a
finales del siglo XVIII y que está
inspirado en el pensamiento ilustrado del momento, que cree en la
rehabilitación de la persona que delinque mediante este método.
Pensar en la
prisión hoy, es pensar acerca de una de las instituciones mas alejadas y
desconocidas de nuestra realidad habitual. La idea que tenemos de la cárcel es
confusa y desfigurada a causa de la desinformación que prácticamente a
“cinematizado” nuestro concepto de prisión. La institución penitenciaria se
convierte, pues, en un lugar ajeno a la sociedad, lo cual produce que tomemos
muy a la ligera ciertos aspectos relacionados con el (deseo/afán) de que se
encarcele al delincuente.
Cuando pensamos en el
encarcelamiento del que ha delinquido, de quién ha quebrantado las normas, y
queremos que sufra y que pague por lo que ha hecho, esperamos un castigo,
porque además pensamos que es “lo justo” y que castigando, la idea de “lo
justo” sigue en funcionamiento, se perpetua la idea del castigo como lo justo y
lo normal, una idea aceptada por todos y que además cumple la función de
intimidar al culpable y al resto de posibles infractores a cometer el delito.
Si entendemos entonces que este
problema de información, deriva en una creencia generalizada de que el castigo
es la solución al crimen, cuándo decíamos que la intención primaria de la
institución penitenciaria es una reforma del individuo que no se da en la
mayoría de los casos a consecuencia de la propia institución, empezamos a
hablar de la misma como un organismo contradictorio e ineficaz.
Javier Frías Aglio 3ºA
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