Según el código de ética de la
Federación internacional de Trabajadores Sociales, señala que “La conciencia
ética es una parte fundamental de la práctica profesional de los trabajadores
sociales. Su capacidad y compromiso para actuar éticamente es un aspecto
esencial de la calidad y servicio que ofrecen a quienes hacen uso de los
servicios del trabajo social”
Analizando brevemente algunas
corrientes éticas, según Kant (ética Kantiana) la ética no nos debe señalar lo
que debemos hacer, sino como debemos de actuar a través de varios principios morales, por ello los
trabajadores sociales tenemos el deber de ayudar a las personas para las cuales
trabajamos. Sin embargo, la corriente utilitarista explica que el mayor bien es
equivalente a la mayor cantidad de personas, consiguiendo más felicidad para un
grupo que para un individuo.
Caso práctico:
Domingo está casado y tiene dos hijas,
de 4 y 2 años. Es drogodependiente, desempleado y con una situación familiar
insostenible. La esposa amenaza con abandonarle. Ante la trabajadora social del
recurso especializado, Domingo se muestra como una persona que no quiere perder
a su familia y está dispuesto a hacer cualquier cosa para lograrlo, de modo
que, pide ayuda para abandonar el consumo de drogas. Tras el proceso de
intervención en un programa libre de drogas, Domingo se integra en un programa
de formación y empleo. Las relaciones mejoran considerablemente y en una
entrevista de seguimiento, Domingo confiesa que es VIH+ y le pide a la
trabajadora social que le guarde el secreto puesto que está seguro que si su
mujer lo supiera le abandonaría.
Ante las objeciones de la trabajadora
social, Domingo manifiesta que está dispuesto a adoptar todas las medidas de
seguridad necesarias en sus relaciones sexuales y ruega que no revele la
información, ya que “tanto yo como mi familia merecemos una oportunidad”.
En este caso el principal dilema ético
sería comunicarle a la mujer de Domingo la enfermedad que padece su marido, o
confiar en que Domingo tomará precauciones, por lo tanto, ¿deberíamos continuar
con nuestro principio de confidencialidad para conseguir la felicidad de la
familia?, ¿deberíamos irrumpirlo para no mentir?, ¿Qué haríais vosotros ante este dilema ético?.
Gema González Pacheco
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