La Ley 39/2006,
de 14 de diciembre, de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las
personas en situación de dependencia, es una Ley Española que sienta las bases
para construir el futuro Sistema Nacional de Atención a la Dependencia, que
financia los servicios que necesitan las
personas dependientes, pero, ¿qué es una persona dependiente? Según esta ley es
aquella persona que no puede valerse por sí mima para realizar las actividades
cotidianas y cubrir sus necesidades básicas, por lo que necesita la ayuda de una
persona, conocida como cuidador, que normalmente es un familiar. Esta
dependencia puede ser de tres tipos, desde el Grado I, conocida como
dependencia moderada, pasando por el Grado II, siendo una dependencia severa y
por último el Grado III, conocida como la gran dependencia. Según esto se
recibirán unos servicios (teleasistencia, ayuda a domicilio, servicios de
prevención, centros de día y de noche, etc.) y unas prestaciones monetarias que
de forma excepcional será un sueldo al cuidador si éste es familiar.
Por lo escrito
anteriormente, una persona dependiente debería tener una atención garantizada
por parte de la administración pública, pero ese es el problema que actualmente
existe, porque con la crisis en la que nos encontramos los españoles, la ley de
la dependencia está siendo recortada, muchas prestaciones no llegan y muchos
servicios desaparecen, por lo que aquello que se garantizaba como autonomía
personal, como un derecho de este colectivo, se va destruyendo poco a poco, ya
que hoy en día las Comunidades Autónomas y el Ministerio de Sanidad debaten el
gasto en dependencia, además en el último dictamen emitido del Observatorio
Estatal para la Dependencia entre 60.000 y 70.000 personas han fallecido
esperando una prestación en los últimos 2 años. Ante estas cifras y datos lo que nos debemos plantear es de qué forma,
nosotros, como trabajadores sociales podemos ayudar a este colectivo para que
consigan una mejora en sus vidas, y es que nuestra ética tiene que ser su lucha
y no verlo como una frustración, tenemos
que crear ilusiones en sus vidas, ver una sonrisa en sus caras y que nos sirva
de recompensa, que tengan esperanza por la vida y que ésta tenga la mayor
felicidad posible, porque cada vez son más personas las que llaman a la puerta
de la dependencia, más personas con Alzheimer, más personas minusválidas, más
niños que nacen con trastornos degenerativos y más gente que tiene que luchar,
porque en el artículo 1 de la Constitución Española se establece que todos los
seres humanos tenemos el derecho a la vida, pero sin el derecho a una vida
digna, no es un derecho.
Todo el mundo
sabe que la Ley de Dependencia es una necesidad social que existía desde hace
años y actualmente existe pero no debemos olvidar que tenemos que construir una
ética frente a las situaciones de dependencia y que ahí estará la clave de la
auténtica ayuda que las personas necesitamos.
Gema González Pacheco
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