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Universidad Complutense de Madrid
Ética y Deontología del Trabajo Social
Curso 2013/2014

sábado, 3 de mayo de 2014

Ley de la dependencia, la ley olvidada.


 La Ley 39/2006, de 14 de diciembre, de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las personas en situación de dependencia, es una Ley Española que sienta las bases para construir el futuro Sistema Nacional de Atención a la Dependencia, que financia los servicios que necesitan  las personas dependientes, pero, ¿qué es una persona dependiente? Según esta ley es aquella persona que no puede valerse por sí mima para realizar las actividades cotidianas y cubrir sus necesidades básicas, por lo que necesita la ayuda de una persona, conocida como cuidador, que normalmente es un familiar. Esta dependencia puede ser de tres tipos, desde el Grado I, conocida como dependencia moderada, pasando por el Grado II, siendo una dependencia severa y por último el Grado III, conocida como la gran dependencia. Según esto se recibirán unos servicios (teleasistencia, ayuda a domicilio, servicios de prevención, centros de día y de noche, etc.) y unas prestaciones monetarias que de forma excepcional será un sueldo al cuidador si éste es familiar.

Por lo escrito anteriormente, una persona dependiente debería tener una atención garantizada por parte de la administración pública, pero ese es el problema que actualmente existe, porque con la crisis en la que nos encontramos los españoles, la ley de la dependencia está siendo recortada, muchas prestaciones no llegan y muchos servicios desaparecen, por lo que aquello que se garantizaba como autonomía personal, como un derecho de este colectivo, se va destruyendo poco a poco, ya que hoy en día las Comunidades Autónomas y el Ministerio de Sanidad debaten el gasto en dependencia, además en el último dictamen emitido del Observatorio Estatal para la Dependencia entre 60.000 y 70.000 personas han fallecido esperando una prestación en los últimos 2 años. Ante estas cifras y datos  lo que nos debemos plantear es de qué forma, nosotros, como trabajadores sociales podemos ayudar a este colectivo para que consigan una mejora en sus vidas, y es que nuestra ética tiene que ser su lucha y no verlo como una frustración,  tenemos que crear ilusiones en sus vidas, ver una sonrisa en sus caras y que nos sirva de recompensa, que tengan esperanza por la vida y que ésta tenga la mayor felicidad posible, porque cada vez son más personas las que llaman a la puerta de la dependencia, más personas con Alzheimer, más personas minusválidas, más niños que nacen con trastornos degenerativos y más gente que tiene que luchar, porque en el artículo 1 de la Constitución Española se establece que todos los seres humanos tenemos el derecho a la vida, pero sin el derecho a una vida digna, no es un derecho.

Todo el mundo sabe que la Ley de Dependencia es una necesidad social que existía desde hace años y actualmente existe pero no debemos olvidar que tenemos que construir una ética frente a las situaciones de dependencia y que ahí estará la clave de la auténtica ayuda que las personas necesitamos.

Gema González Pacheco

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