Alumnos

Universidad Complutense de Madrid
Ética y Deontología del Trabajo Social
Curso 2013/2014

miércoles, 14 de mayo de 2014



LEY DE DEPENDENCIA O LEY DE PROMOCIÓN DE LA AUTONOMÍA PERSONAL.
La ley mal llamada de la dependencia, es un ley que no busca ayudar a las personas que son dependiente sino ayudar a las personas para que sean lo menos dependientes posible.
La ley tiene un nombre que aclara el objetivo que intenta desarrollar, esta ley tiene el título de “Ley 39/2006, de 14 de diciembre, de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las personas en situación de dependencia.”
Ciertamente la ley tiene muchas carencias y como se ha dicho en este mismo blog “el último dictamen emitido del Observatorio Estatal para la Dependencia entre 60.000 y 70.000 personas han fallecido esperando una prestación en los últimos 2 años.” Pero la cuestión ética todavía está sin resolver.
En un Estado del Bienestar el Estado tiene que proveer al ciudadano de servicios sociales y es en este punto donde la ley inflige un duro golpe a quizás la carencia que ha sufrido el ciudadano español pero el problema ético se encuentra en que no es ético hacer que los ciudadanos se conviertan en ciudadanos dependientes de las ayudas que proporciona esta ley.
Incluso en este sentido hay que pensar porque la ley que intenta que las personas no sean dependientes tiene que dar prestaciones económicas, a menos como en la mente de muchos ciudadanos  este presente que una persona es o no dependiente según su nivel económico. La ley es clara en este punto el nivel económico no influye en este aspecto de las necesidades del ciudadano pero las quejas acerca del olvido de la ley es que las prestaciones económicas no se tramitan y además se están reduciendo significativamente según en qué región del país se esté estudiando.
Por tanto la duda que asalta es que si la ley se concibió para conseguir que las personas fuesen menos dependientes y el ser o no ser dependiente no se circunscribe al nivel económico como es que las quejas acerca de la ley sea que está mal financiada y que las tramitaciones de ayudas son lentas.
Quizás la ley tiene sentido y lo que ocurre es que nosotros, los ciudadanos solo entendemos la dependencia como un déficit de recursos materiales.
Héctor Candón Almansa

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